Siempre me han gustado los videojuegos. Siempre. Y cada vez más. Aunque de un tiempo a esta parte sólo juego a dos o tres, siempre los mismos.
Pero no vayan a creer que por el haber hecho al sevilla campeón de liga cinco años seguidos, y haber ganado 3 copas de Europa, alguna de la UEFA, la del rey e, incluso, el mundialito de clubes, me creo capaz de entrenar a la selección española y conseguir que gane algo. No. De momento, puedo distinguir sin demasiados problemas la realidad de la ficción.
Sin embargo, algo que para mí es evidente, resulta que para esos politicastros que tenemos, de tan simple, es imposible de percibir. Confunden realidad y ficción constantemente. Y así les (nos) va.
Se empeñan, por ejemplo, en demonizar los videojuegos. Que si generan violentos, inadaptados, misántropos… Como si no fueran capaces de darse cuenta (leer, en realidad) que son simplemente juegos. Que el problema no está ahí. Que, salvo algún demente, todo el mundo cuando juega sabe que eso es ficción, juego, no realidad. Pretenden hacernos creer que si regulamos, restringimos, prohibimos, limitamos el uso, algo muy fácil para quien puede hacer y deshacer normas a su antojo, el problema desaparecerá.
Se empeñan en que si exigimos índices de masa corporal mínimas en las modelos de Cibeles, la anorexia y la bulimia desaparecerán milagrosamente de nuestras vidas. Angelitos. De nuevo la ficción.
Sin embargo, esta por llegar el momento en que oiga a alguno, o preferiblemente a alguna, despotricar, criticar e, incluso, denunciar el programa Supermodelo 2006. Porque de esto es de lo que les quería hablar. De este programa que no he visto entero ningún día pero que a trozos, en zappings, y así sí que conozco. Y lo detesto. Porque es pura realidad. Tele-realidad lo llaman.
Un programa que consiste en hacer creer a niñas, porque son niñas, guapas y con cuerpos bien formados que son feas, sin estilo, que no saben hacer nada. Hacerles sacar lo peor que tienen, putear a sus compañeras, pisarlas por triunfar (no me digan que eso no es real. La vida está llena de gente así). Cada vez que aparecen en la tele, una maricona loca y mala (que, además, según me dicen es de ficción, lo de mala que en lo otro ni lo sé ni me importa) les humilla, les dice que no valen para nada, que no saben andar con estilo, les hace llorar. Les mina la autoestima. Y eso que, ya les digo, son chicas guapas, normales, de la calle, de cualquier instituto. Imaginen el efecto en cualquier niña de 14 años con espinillas, a medio desarrollar y rolliza, bombardeada con imágenes y mensajes positivos en relación a su aspecto y la relación directa con el éxito social.
Todo eso por no hablar del mensaje que subyace en el engendro televisivo. Bueno, en realidad no es que subyazca, salta a la vista: una modelo no tiene sentimientos, sus gustos no importan. Hay que desfilar con cualquier tipo de ropa, te guste o no, te quede bien o no, hay que poner buena cara cuando te pintan el cuerpo y te hacen fotos a 25 centímetros de los pezones. Una modelo no tiene vergüenza. Hace lo que le piden y además sonríe. Si no, ya vendrá otra que lo hará igual o mejor y, seguramente, más barato. Así es el mundo real de las modelos.
Ya puestos, después de la clase de pasarela, de maquillaje, de fotos, de vestuario, de estilismo (de la hija de puta, fea como el demonio y con una voz merecedora de un apaleamiento ritual que ejerce de profesora de estilismo no diré nada más), después de todas esas clases, decía, ya puestos, ¿por qué no una de viejos babosos? (“aarrfff, hola guapa, ¿quieres que papi te haga un regalito?”)¿de cocainómanas? (“córtame un poquito más esa raya que ya no siento el velo del paladar, anda”) ¿o de prostitución acelerada? (“tengo aquí 300 euritos por si te quieres venir conmigo un rato”). Total, una modelo debe hacer todo lo que le pidan los que pagan porque desfilen con esos modelitos. Además, son mayores de edad, libres de hacer lo que quieran, dirán. Pues eso. Ya puestos. La realidad es dura.
Y a todo esto, ¿dónde están todas esas defensoras de la causa femenina, secularmente indignadas por los anuncios de Axe o de Dixán, mecánicamente ofendidas por que aparezcan mujeres y cuerdas en una misma imagen a menos de 15 metros de distancia?. ¿Dónde están?
Las del gobierno, supongo que calladas. Es uno de los pocos programas que tiene audiencia en la cadena amiga, esa que le regalaron al amiguísimo. Como para protestar. Ya dijo Guerra que el que se mueve no sale en la foto.
Las de la oposición. La verdad, ni están ni se las espera. Son de las que piensan que, en realidad, la mujer donde debe estar es en casa, cuidando de la familia (esa institución que la conjura judeomasónica quiere abolir con eso de los matrimonios homosexuales y demás perversiones que le dejan sin sueño a Rouco y los suyos). Como mucho, piensan, que estudien alguna carrerita, si acaso que trabajen unos añitos, pero luego a casa, a educar a sus niños, a tomar té con pastas por las tardes con las amigas en Mallorca y, una vez al año, participar en el rastrillo de nuevo futuro. Así que, si las chicas van a eso, se merecen lo que les pase. Se lo han buscado.
Así que no esperen mucho más. Yo se lo digo, están en un mundo de ficción. Pensando que el problema es si la etiqueta dice 34 o 38 o XXS. Si una modelo tiene un IMC de 18 o de 12,5. Cuestión de números. Es lo fácil. Que los jóvenes son violentos? Que no jueguen a los videojuegos. Que las niñas son anoréxicas? Prohibimos la talla 34 (se dan cuenta de cómo suena? Prohibimos la talla 34. “hola que quería una falda de la talla 34. Lo siento está prohibida. Ah bueno, pues si está prohibida, deme una 56, por favor. Eso sí que le valga a mi niña que tiene un perímetro de cintura de 58 cm y unas caderas de 84). Es tan idiota que da risa.
Igual soy un exagerado (igual no. Lo soy, lo reconozco) pero me parece a mí que el programita de marras da una imagen y trata a la mujer de una forma absolutamente degradante, como poco más que objetos sexuales, sórdidos, bajo una capa aparente de glamour, exclusividad y riqueza que apesta.
Lo sé, prometí no indignarme en el blog pero ya les avisé, no tengo palabra y soy inconstante por naturaleza.
Buenas tardes.
PD: Por no hablar del País Semanal, que en su último suplemento de moda femenina (96 páginas para tirar a la basura) dedica un bonito reportaje tipo “la belleza está en el interior” retratando a algunos feos y feas oficiales (son feos pero inteligentes, luego son menos feos, parece decir) y luego llena el resto de páginas de moda y modelos imposibles.