Esos que se apuntan al éxito. Y encima luego van de pioneros, de que se lo saben mejor que nadie. No sé a ustedes, pero a mí me molestan mucho.
Desde hace mucho tiempo, ver los encierros de San Fermín en la tele es un rito. Llevo haciéndolo mucho tiempo y me encanta. En mi casa se veían siempre, pero eso no cuenta porque mi madre ha sido siempre de madrugar mucho y a ella siempre le pillan tomando el segundo café con leche. A mí, que me cuesta madrugar (me costaba más antes, lo reconozco. Debe ser la edad) es algo que no me importaba. A las 7.50 arriba, poner la tele y ver esos anuncios que sólo emiten 7 días al año en la primera, en prime time, de espárragos, de vinos de navarra, de conservas,...
[Lo contó mucho mejor que yo el fotologuero GafasdePasta el año pasado por estas fechas, vuelvan aquí después de
leerlo].
Cada mañana, cuando oigo el canto al Santo no puedo evitar notar un nudo en la garganta. Me emociona. Me gusta además esa sensación de inmensa minoría que predicaba la dos de su audiencia, a pesar de que lo dé la primera y a pesar de que somo muchos los que lo vemos. Un antiguo jefe mío se levantaba cada mañana con sus tres hijos, el mayor de los cuales tendrá ahora 10 o 12 años, a ver los encierros.
Me gustaba ese rito de la cadena pública, con la voz del comentarista de toda la vida, corredor él, que conoce el recorrido como nadie, dando apuntes sobre tal o cual ganadería entre cántico y cántico, durante los cuales guardan un respetuoso silencio y luego, durante el encierro en directo, callado, dos minutos y medio o tres de sonido ambiente, el cohete, el portón, las carreras por la cuesta de santo domingo, la entrada en mercaderes, el sonido del golpe, casi inevitable, de los toros en la curva con estafeta, las voces de los mozos, las pezuñas chocando contra los adoquines, la telefónica, hasta la plaza.
Y sólo cuando suena el cohete que anuncia que los seis toros están en los corrales, entonces vuelve a hablar. Comenta la carrera, nos anuncia heridos que no hemos visto y que la repetición ya hablada confirma. Luego más anuncios navarros, y después pequeño comentario y repetición a cámara lenta del encierro en el final de la restransmisión. En total, debían ser 25 minutos de programa.
Ahora los arribistas de cuatro, con manolo molés a la cabeza, prototípico
comentarista taurino, escoltado con adláteres salidos del carrusel deportivo han decidido aprovechar el tirón y se han plantado en pamplona para dar los encierros. Y lo hacen. Vaya si lo hacen. Pero lo hacen mal. Como si fuera un partido de fútbol. Invitan a personajes famosos para que digan paridas. Hoy tocaba miguel Induráin, navarro universal, que les ha soltado a las ocho menos diez que a él no le gustan nada los encierros y que nunca le han gustado. Toma ya perla del marketing.
Además, se anuncian como los únicos que dan el encierro entero, porque tienen un acuerdo con la plaza y sólo hay cámaras suyas dentro (catetos! todo el mundo sabe que el encierro acaba en el callejón, que los dobladores y los pastores de la plaza se las apañan para que nadie toque a toro a partir de ahi).
Lo malo de los arribistas es las consecuencias que tienen en los demás. En la primera, sin ir más lejos, han montado un tenderete a modo vuelta a España (set, creo que lo llaman) donde la pija de Almudena Ariza entrevista al ganadero del día con la misma pregunta "¿qué piensa el ganadero minutos antes de que sus toros corran por las calles de Pamplona?" serás tonta hija, qué va a pensar?. Y al lado, el comentarista de toda la vida, vestido de pamplonés, al que hemos visto (yo al menos) la cara por primera vez, aguantando el tipo. Intentando dar los apuntes de otros años entre parida y parida de la Ariza. Ya van dos días en que a la tonta, que no tiene otro nombre, le tienen que cortar la palabra para oir el canto de los mozos.
Y acabado el encierro, a la tía ya no le importa la repetición, ni las carreras de los mozos en la cara del todo por la telefónica o en estafeta no, lo único que quiere es saber (entes que cuatro, que también están en eso) el número de heridos por asta de toro, contusionados, etc. como si de un parte de guerra se tratara. Antes, cuando lo más emocionante era la carrera nos enterábamos de los heridos en el telediario y sólo si había alguno grave. Que esa es otra. Los telediarios de todas las cadenas (salvo telecinco) dedican todos los días minutos y minutos a los encierros. Que si hoy el lado humano, que si hoy el corredor más viejo, hoy el que viene de más lejos, hoy una agencia que organiza visitas relámpago a pamplona con carrera o balcón incluido, ...
Definitivamente, como decía la canción, video killed the radio star. Años sin darse cuenta de que del 7 al 14 de julio, durante 3 minutos unos cuantos valientes (descerebrados, tal vez) se ponen a correr al lado de animales de 600 kilos con unos pitones de asustar en un espectáculo realmente auténtico (a pesar de o. welles, hemingway y toda la ralea de americanos flipados) y ahora, como si fuesen arquímedes, todos gritan ¡eureka! al creer que han descubierto la fórmula definitiva para hacerse con la audiencia.
Por favor, moleses, arizas y compañía,volved por donde habéis venido y dejad sitio a los que saben. Sois igual de odiosos que esos americanos que llegan a pamplona después de haber leido el viejo y el mar queriendo demostrar que fueron ellos los que inventaron esto de los encierros.