martes, 27 de febrero de 2007

casualidades

¿ustedes creen en ellas?
yo no pero resulta que el otro día me encontré, no recuerdo dónde ni cómo, con esta canción:



Y después, alguien me habla de donnie darko como peli de culto (después de haber ido a ver la exposición de escher, que es lo último en freak-gafapastismo, cualquier cosa). Y me entero que la canción sale en esa peli (que no he visto. Aún).

Y hoy, después de siglos sin ver un episodio de CSI Las Vegas, resulta que el que tocaba empezaba y acababa con ella.

Con todo eso, igual sí que existen. Por si acaso, con tantas coincidencias, aquí la suelto para que siga la cadena, como un mail de esos, pero sin pedirles que la reenvíen ni nada. Sólo que la escuchen. Y eso, si les apetece.


lunes, 19 de febrero de 2007

La redécouverte

Hace ahora más de diez años, va para trece, que lo conocí. Durante una Semana Santa fue mi profesor particular del dibujo técnico de primero de una carrera que intenté hacer con poca convicción y menos éxito.

No aprobé ese año, aunque sí al siguiente. No gracias a sus enseñanzas, sino a las de una academia de nombre absurdo. O tal vez sí, y lo que pasó es que lo que aprendí aquella semana tardó en fraguar algunos meses más, no sé.
Supongo, porque no lo sé, nunca lo supe, que tenerme aquella semana santa en su casa no fue idea suya, sino más bien de su mujer y de mi madre, primas hermanas de una familia hecha a base de impulsos. Maldita la gracia que le haría a él, supongo porque no lo sé, profesor de profesión (las redundancias nunca valen), en sus vacaciones tener que alargar el trabajo, en su propia casa y con un desconocido, pariente y lejano de su mujer.

Supongo que pensaría dedicar esos días a la escultura, porque eso es lo que era. Escultor, usualmente en piedra. Aunque aquellos días andaba enfrascado con otro tipo de obra: un violín. No, no era músico. Ya les digo, era escultor. Pero debió pensar que contruir un violín con las técnicas, materiales, barnices, manuales del siglo XVII (o XVIII, qué más da) era una obra de arte más.

Me dejaba en su estudio intentando dibujar levantamientos a partir de plantas y alzados imposibles y él salía al jardín de su casa. Un jardín donde convivían algunas de sus esculturas, varias gallinas de esas de patas gordas y con plumas, algún faisán y enormes árboles, no muchos. Salía al jardín para terminar de construir una escalera de escalones anchísimos a partir de traviesas usadas de tren que alguien le había dado (o vendido o robado, ya digo, qué más da). Unas traviesas que iban en la parte de atrás del coche el día que me recogió para ir a su casa, el día que lo conocí, unas traviesas que olían como huelen las traviesas del tren, mezcla de grasa, madera mojada y no sé que otras cosas, pero que es un olor inconfundible.

Mientras, yo me quedaba en su estudio, intentando dibujar algo pero mi inutilidad insuperable y la cantidad de cosas más divertidas que había allí me lo impedían. Era imposible no quedarse viendo las maquetas, los esbozos, las fotografías, los tintes para la madera a partir de claras o yemas de huevo,... Y el violín. Relleno de globos hinchados en su interior, tratando de empujar a la madera para que se combara lo suficiente. Allí aprendí lo que es el alma de los instrumentos.

Sólo pasé una semana en una casa, su casa. Suya de propiedad pero, sobre todo, suya de creación (también de su mujer, supongo, ya digo, no lo conocía lo suficiente). Había obras suyas en el salón, en la cocina, incluso en la pared de un baño, una pieza de cerámica incrustada. No les engañaré diciendo que marcó mi vida ni que sus enseñanzas fueron clave (ya les digo, ni siquiera conseguí aprobar). Simplemente me cayó bien, muy bien. Alguien que se esforzó en que aprendiera a dibujar a pesar de mi evidente desinterés y la notoria incapacidad. Aún conservo, después de tantas mudanzas, un pedazo de madera en forma de cubo de unos dos o tres centímetros de lado que él cortó y me dió para que intentara ver cómo debía estar dispuesto para proyectar aquellas sombras imposibles que eran la planta y el alzado que había que levantar. "Si lo ves en el espacio, lo verás en el plano", decía.

Después de aquella semana, volví a su casa un par de veces más. La primera, a una cena en el jardín. No recuerdo demasiado de aquella noche. No sé ni porqué fui. Era una cena familiar de una familia que no era la mía, aún siendo familia. No recuerdo casi nada. Me imagino que no lo pasaría ni bien ni mal sino todo lo contrario.

La siguiente, un día de enero lluvioso como sólo llueve en la sierra de Madrid en invierno. Frío y triste. De ese día sí que recuerdo más cosas. Recuerdo haber visto a una chica sentada en la escalera, sin parar de llorar, con la nariz enrojecida y los ojos tan rasgados que casi ni se le veían. Recuerdo el ruido de los murmullos de la gente, solo superado por el del agua cayendo sobre la cubierta del porche y recuerdo la escalera de traviesas escurrir el agua que no paraba de caer.
Si les apetece y les pilla por Madrid, hasta el 4 de marzo, en el Centro Cultural de la Villa tienen una retrospectiva de su obra. A mí me sirvió para redescubrirlo, recordarlo. Vayan y me cuentan qué les parece. Por si necesitan más referencias, el sábado hablaron de ella en Babelia (de donde he tomado prestada la foto).

viernes, 16 de febrero de 2007

musica para el fin de semana

El surfero hawaiano canta:


Do You Remember

Do you remember when we first met?
I sure do, it was some time in early September
You were lazy about it, you made me wait around
I was so crazy about you I didn’t mind

So I was late for class, I locked my bike to yours
It wasn’t hard to find, you painted flowers on it
I guess that I was afraid that if you rolled away
You might not roll back my direction real soon

Well I was crazy about you then and now
The craziest thing of all is over ten years have gone by
And you’re still mine, we’re locked in time
Let’s Rewind

Do you remember when we first moved in together?
The piano took up the living room
You played me boogie-woogie I played you love songs
You’d say we’re playing house now you still say we are

We built our getaway up in a tree we found
We felt so far away but we were still in town
Now I remember watching that old tree burn down
I took a picture that I don’t like to look at

Well all these times they come and go
And alone don’t seem so long
Over ten years have gone by
We can’t rewind, we’re locked in time
But you’re still mine
Do you remember?



Que lo disfruten y feliz fin de semana

martes, 13 de febrero de 2007

le llaman el desaparecido



Pues sí, ya sé que llevo más de una semana sin actualizar. La semana pasada fue larga como una semana larga con ponencia ante 100 desconocidos en un marco incomparable el martes, reunión de media hora el miércoles (era en canarias, así que para media hora, unas 7 de viajes entre ida y vuelta), más saraos en otro marco incomprable el jueves, tres reuniones más ese día y otras tantas el viernes.
Lo malo de mi ya-no-tan-nuevo trabajo es que me paso el día teniendo reuniones absolutamente prescindibles. Resulta que la gente que tiene poco que hacer se pasa el día organizándote reuniones para nada. Hace tiempo, Jordi escribió algo así como que a partir de cierta edad, el trabajo de la gente consiste en tener reuniones donde deciden lo que otros tienen que hacer. Tiene toda la razón. Yo todavía no he llegado a ese punto, a pesar de que otros se empeñen en convocarme a reuniones absurdas. El trabajo sigue esperando encima de la mesa cuando vuelvo.

Del viaje a Canarias poco puedo decir pero le prometí a julio que algo escribiría así que allá voy.

Lo más increíble es que, como el aeropuerto de Gran Canaria está en Telde, los únicos taxistas que hay son de ese pueblo. Eso no es increíble, lo sé, lo increíble es que te montas en uno y le dices "al parque de santa catalina, por favor". Aclaras que "en Las Palmas". Y el taxista sin ningún reparo se gira y te dice algo así como "ñóo, uhtéde me pueden indicá cuando vayamoh entrando?, es que soy de telde y no conohco bien lah palmah". ¿Que no lo no conoce bien? Ni bien ni mal, no tiene ni idea. Imaginen que se montan en un taxi en barajas y le dicen: a la puerta del sol y el tío les dice, luego, si eso, me indican.
Así son los taxis de canarias. Y no crean que fue mala suerte. Según me había avisado un compañero de la oficina de canarias, es la norma. Y no crean que llevan gps ni callejero ni nada que se parezca. Según me dicen, si tienes suerte, pillas a uno que sabe llegar a los hoteles. Eso con suerte (otro día prometo filípica contra los taxistas de madrid, que esos sí que tienen telita).

Eso sí, el Las Palmas un día increíble, 20 grados, brisa. Fuimos y volvimos andando a la reunión. Y esa es otra. La reunión era con un jerifalte del gobierno canario. Llegamos al control de entrada al edificio. 5 tíos con maletines. Ni máquina de rayos ni arco detector ni nada. Le decimos:
- Venimos a ver a fulano de tal, ¿es aquí?.
- Sí, ¿saben dond'éh?"
- No, ¿dónde?
- En la tersera plantah. suban por aquel assensor. Que tengan buen día señoreh.
Y para arriba. Estoy seguro de que si hubiésemos dicho que veníamos a asesinar al consejero hubiera dicho lo mismo: "¿saben dond'éh? En la tersera plantah. suban por aquel assensor. Que tengan buen día señoreh."
Luego comimos en un sitio enfrente de la oficina pequeñito pero muy bueno. Nos gustó. Y luego al aeropuerto, ambrosías Tirma de rigor en el freeshop y para madrid.

Pues eso, que no estaba muerto que estaba de parranda, leré lerele, leré leré

Ah! se me olvidaba la semana pasada también, entre sarao y sarao, hizo un año que tengo la consulta abierta...

jueves, 1 de febrero de 2007

pruebas de vestuario

Les contaré algo aunque se rían de mí.

Odio los trajes y las corbatas. Esto, que dicho así no tiene ninguna trascendencia, en mí caso que es mi uniforme desde que empecé a trabajar, de lunes a viernes (nada de casual fridays), y que lo será hasta que me jubile o me toquen los eurotrillones, adquiere tintes de tragedia, sobre todo porque la mayor parte de mi presupuesto para vestuario se va en esos engendros de costura.

Para terminar de rematar la faena, algún día que he venido a trabajar de sport (algún día suelto en navidad o en verano, sin nadie en la oficina y siempre con una retahíla de excusas y justificaciones bien memorizadas, claro) ese día, digo, encima, me he sentido incómodo. Manda huevos.

A veces, (aquí es donde van a empezar a reirse) de forma consciente, en plan que-malote-soy he venido con combinaciones conscientemente imposibles de corbatas y camisas. No se imaginen nada chillón ni cantoso, pero sí una corbata de rayas con camisa de cuadros sin ningún color común o cosas así. Yo noto que la gente me mira pensando "o es un hortera o daltónico o las dos cosas a la vez". Pero bueno. Asín soy yo.

Hoy, en plan ya súperloco que decidido ir un paso más allá. Una vez oí a Boris Yzaguirre decir que para los hombres obligados a ir de traje la libertad y la disgresión queda reducida a las corbatas y, sobre todo, a los calcetines. Y ahí que me he lanzado. Y he venido con unos calcetines azules de rayas horizontales verdes asomando por los bajos del traje gris de ojo de perdiz (que por qué lo llamarán ojo de perdiz). Si tuviera una cámara a mano me haría una foto (es más, no descarten que en algún momento lo haga). No sé, ustedes se reirán pero es mi forma de quejarme.

Bueno, eso y el pelo que tengo, que empieza a parecerse sospechosamente al de michael jackson five cuando todavía era negro (el efecto de la electricidad estática en combinación con los rizos al quitarme el casco es completamente aleatorio y muy divertido, igual también me hago una foto). Sólo cuand algún jefe me dice alguna impertinencia relativa a su forma y/o longitud y/o rizo empiezo a considerar la idea de cortármelo.

Ale, ya pueden empezar ya a reirse abiertamente, sobre todo si les digo que, además de los calcetines azules y verdes y el traje gris, llevo una corbata en tonos rojos con rayas azules y una camisa azul con líneas azules y blancas formando cuadros... Creo que, definitivamente,hoy me he superado.