viernes, 19 de enero de 2007

mirar atrás


Suele pasar que cuando alguien vuelve a ver a un antiguo amor, a alguna novia que no lo fue más la ve más guapa, hasta más rubia, mejor, como si lo mejor que le hubiera pasado hubiese sido dejarte atrás. Entonces es inevitable hacerse las mismas preguntas. Sobre todo cuanto más guapa está ella.

Además, si tiene un nuevo novio, él no nos gusta nada, nos comparamos, aún sin querer. Le vemos poca cosa para ella, peor que uno mismo (¿cómo puede estar con él?). Casi siempre nos parece un poco memo porque reconoce que le encantaría ir a las cataratas del niagara de viaje de novios o que le ha pedido a ella que se case con él a bordo de una góndola, durante un viaje sorpresa a venecia (¿pero tú no decías que era la ciudad más cochambrosa en que habías estado?). Incluso ella reconoce que él le regala flores el día de san valentín (si siempre decías que te parecía un horror, una cursilada? americana, además). Y es que, de eso nunca nos damos cuenta, a todo el mundo le gusta que le regalen flores. Incluso en san valentín.

Pero hay una pregunta que nos hacemos siempre: ¿y por qué lo dejamos?. No lo podemos decir. No lo recordamos. Miramos para atrás y no somos capaces de verlo. Serrat lo escribió mucho mejor que nadie cuando dijo eso de que "los recuerdos son cada día más dulces, el olvido sólo se llevó la mitad".

A veces, uno tiene la tentación de pensar que hubiera pasado (what if?). Otros van más allá y recaen. Otros, los menos, lo vuelven a intentar. Sin pensar, sin mirar atrás.

Eso mismo es lo que me ha pasado a mí hoy.

He vuelto a Sevilla, a la oficina de la que me fui hace 2 años y un mes en lo que, yo creo, ha sido una de las decisiones más complicadas de mi vida (más seguramente que la de irme a vivir allí tres años y medio antes). Incluso hoy, con perspectiva, sigo pensándolo aunque, es verdad, la distancia permite relativizarlo todo un poco más.

Lo cierto es que, hasta hoy, no había vuelto a ese sitio a pesar de haber ido en varias ocasiones desde entonces a Sevilla (el fin de semana pasado, sin ir más lejos). Quería tomar distancia, espacial y temporal. La necesitaba. Para poder mirar atrás con claridad. Sin embargo, hoy, cuando he girado la cabeza ha sido raro.

Es una sensación rara llegar a un sitio y pensar que el tiempo parece que no hubiera pasado y a la vez creer que han pasado muchos más años que los dos reales. Que vas a ir a la que fue tu mesa, te vas a sentar y vas a ponerte a revisar los papeles que dejaste el día antes cuando saliste corriendo para ir a casa. Y sin embargo, ese sitio está ocupado por otro. Seguramente mucho mejor que tú. Que se acuesta con tu ex, que le regala flores y que, seguramente, la lleve de luna de miel a las cataratas del Niágara.

Ha sido un momento extraño. De melancolía, de tristeza, un poco de derrota, no les voy a engañar. Sobre todo cuando te dicen seriamente si no te has planteado volver. No sé si cuando estás a punto de morir pasa, pero en ese momento haces un balance del pasado y contestas. La respuesta, al menos la primera, siempre debe ser no. Recuerden a Serrat. Hay que hacer un esfuerzo y recordar la otra mitad. Igual, luego, cambiamos de opinión. O igual no. Pero hay que recordar.

No he podido además evitar el "what if" y el "¿y por qué me fui?". Lo sé. No debería haberlo hecho, pero lo he hecho. Y creánme que he pasado un rato malo porque fue una decisión difícil como les decía y la melena rubia puede nublar la vista.

Luego, en el AVE de vuelta, con un documental de animales digno de La 2 como película, me he puesto a pensar en ello mientras escuchaba a Damien Rice cantando y lo he entendido todo, he recordado la otra mitad. La que me llevó a desear irme de allí. La que me hizo ver dónde estaba y dónde quería estar. Incluso a pesar de que estuve a punto de no ver el bosque entre tanto árbol.



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13 comentarios:

Anónimo dijo...

uf que cosa más bonita de verdad...y yo que estoy tontona...me alegro de que recordaras la otra mitad..

Gata Vagabunda dijo...

Todos tenemos algún Punto de No Retorno. No debemos de volver a él, pero sí, cuando en ocasiones nos trasladamos -mental o físicamente- a ese Punto la espantosa sensación es que el tiempo se detuvo y no ha sucedido nada desde entonces. Claro que luego toca sacudirse la sensación de irrealidad y retomar las riendas.

Y yo que le tenía por un tipo tan duro, doctor, casi mi Clint Eastwood, y resulta que es usted tan humano (¿gatuno?) como yo. Mmmm...

Anónimo dijo...

Ese peacho de entrada...

Siguiendo con el comentario de Gata Vagabunda, "existe un punto a partir del cual no hay posibilidad alguna de retorno. Ese es el punto que es necesario alcanzar." Así que mola que aquel día tuvieras los cojones de cogerte el tren de vuelta.

Hay que darle la espalda a la melancolía.

Anónimo dijo...

Me ha encantado Dr.; yo sentí lo mismo en una visita obligada que tuve que hacer a Valencia a la universidad.

Ya decía Sabina que al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver.

Anónimo dijo...

Maravilloso, doctor, maravilloso. No sé que decirle aparte de eso...

· · Yhebra · · dijo...

Me ha encantado, Doctor. Se me han puesto los pelillos de los brazo de punta. Se nota que le ha salido de las entrañas.

Porque es cierto que tendemos a olvidar la otra mitad (aunque yo todavía no lo he conseguido del todo) y a encontrarnos en un punto en que nos preguntamos a nosotros mismos qué leches estamos haciendo con nuestras vidas, y por qué dejamos atrás todo lo que atrás dejamos...

José Ramón dijo...

Felicidades por este post. Está realmente bien escrito, y deja al lector con una sensación de melancolía. Le felicito.

Miss DIY dijo...

Asi que Damien Rice...ya veo.

No pierda de vista ninguna de las dos mitades. Sólo como espectador equidistante de ambas uno puede mantener cierta cordura...

Que tenga buen fin de semana.

Leon dijo...

Acojonante receta Doc. Buena de verdad. La melancolía no me parece mala en sí misma, solo si hace daño. A mi eso me ha pasado alguna vez en plan "y si mi vida hubiera seguido ese camino qué sería de mí ahora mismo". Lo de las mitades que cuentas es tal cual

Dr. Malcolm dijo...

tenía un comentario para cada uno de ustedes, mis queridos pacientes pero el sr. blogger a tenido a bien borrarlo así que gracias a todos por sus piropos y no olviden supervitaminarse y mineralizarse

Veva dijo...

Muy bonito, Doc, muy valiente.

Colette dijo...

Ay Mr. Dr., precisamente ayer pensaba en este post en mi viaje relámpago a Las Palmas!!!
Esta vez recordé perfectamente por qué me había marchado de allí (del trabajo quiero decir, que la isla sigue siendo estupen).

Lola Steiner dijo...

Que chuli...
Yo no me olvido nunca de porqué me largué de Castellón (Cagallón). Lo único que a veces echo de menos de allí es lo rápidamente que me encontraba con los colegas para ir de cañas (unos 2,2 minutos). Y el clima.
Pero no veo a castellón más guapo por eso, la verdad.
Sin embargo, a Barcelona la veo como una princesita...Y volveré a ella!