jueves, 15 de marzo de 2007

a propósito de Lovecraft


A lo que parece, hoy es el aniversario, el septuagésimo para ser exactos, de la muerte de HP Lovecraft.

Para aquellos cuyo nivel de frikismo se mantenga dentro de parámetros normales (dentro de esos que aparecerían en una columna al lado de los resultados de un análisis) les diré que fue un escritor de historias de monstruos, demonios, Primigenios, Nyarlathotep y, sobre todo, de Cthulhu (el bicho de la foto).

Si tienen curiosidad, buceen en la wikipedia (no aporta tanta información como de El Señor de los Anillos, pero tampoco se queda corta).
Para celebrarlo les contaré dos cosas relacionadas con Cthulhu.
La primera es que yo jugué, de hecho jugaba bastante, a La Llamada de Cthulhu. Nosotros lo llamábamos el tulú o jugar a tulú, aunque algún listillo dijo que había leido en algún sitio (ya me dirán dónde si en los primeros noventa no había internet ni wikipedia) que se pronunciaba kutuljú. Pues eso, el tulú.

Era un juego de rol. Antes de que fueran malos, malísimos, generadores de violencia infantil y eso. Fue la evolución desde el Dungeons and Dragons (jugar a dragones, decíamos) y antes de descubrir las videoconsolas y otras aficiones peores (algún amigo siguió jugando con dragones, pero de otro tipo)
El tulú era un juego cachondo. Si en dragones tenías que ser elfo, enano o mago, en el tulú podías ser aristócrata, soldado o, lo que a mí más me gustaba, diletante. Diletante, ¿se dan cuenta?. Un tipo, por supuesto bien parecido, con carisma, interesado por las bellas artes, con lo justo para ser capaz de mantener una conversación de casi cualquier tema durante un cóctel. Como el juego estaba ambientado en 1920 era diletante. Si fuese en los tiempos actuales, el personaje sería un blogger, vamos un pseudo doctor que dice tonterías con mejor o peor periodicidad (lo ven, las historias se repiten, ayer diletante imaginario, hoy doctor, si es que no cambio).

Les dejo unos minutos para que piensen algún comentario realmente ingenioso sobre este pasado oscuro de jugador de rol.
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Ya? seguimos.
La otra historia es más graciosa. En el instituto se organizaba todos los años un concurso de relato corto. El jurado lo componían las vacas sagradas del departamento de literatura. Auténticos pesos pesados,algunos con obras publicadas y todo. Era su certamen, no dejaban que otros profesores metieran mano ni hocico en las obras presentadas. Ellos se lo guisaban y ellos se lo comían.
Para el ganador había dos premios: uno para el cuerpo, consistente en una estupenda calculadora científica de última generación (estoy seguro que, si hoy se sigue celebrando, el regalo será un ipod o una pda o algo así). El otro regalo era para el espíritu. El relato salía publicado en la revista del instituto. Ese número anual que te daban con las notas de junio, donde aparecían las fotos de los de cou que terminaban ese año, las del equipo ganador de la liga interna de futbito, un artículo del de música, unas fotos y la crítica del montaje anual de los de teatro, etc.
Un año, uno que era mi amigo y que, digamos, se llamaba Alfredo, presentó su relato y ganó. Era un relato fantástico, de terror, con criaturas malignas y todo eso. Supongo que el jurado de sabios destacó su imaginación y estilo, la coherencia interna, su gran ambientación casi decimonónica, incluso en el estilo de la escritura,blablablablabla....
Mi amigo Alfredo recogió su calculadora y, supongo, en junio sus notas y su revista. Como era un tipo muy apañao y bastante de letras, por cierto, vendió la calculadora a no sé quién por una pasta. Hasta ahí todo bien.
Al principio del curso siguiente, un día, me confesó lo siguiente:

Parece ser que los profesores de literatura miembros del jurado estaban flipados con el relato y lo habían estado cacareando sin cesar en la sala de profesores (ese microcosmos del que algunas de mis maestras favoritas podrían y deberían escribir largo y tendido). Que si menudo relato, que si el tío tiene talento, que si qué pensa que se vaya a desperdiciar, lo típico. El resto de profesores que si dejadnos leerlo, que quién es el chico. Y ellos que no podemos decirlo todavía, que es secreto, que ya lo leeréis en la revista.
Así que, una vez puestas las notas, hechos los exámenes de recuperación y cerradas las evaluaciones, los profesores que se quedaban en el instituto haciendo tiempo hasta el 15 de julio se leyeron la revista.
Y hete aquí que, como frikis los hay en todas partes, donde menos te lo esperas, una profesora recién licenciada y con la oposición calentita, de inglés, creo, reconoció en el relato de Alfredo la pluma del señor Lovecraft. Y claro, para qué quieren más. Lo más suave que se oyó fue que vaya camelo, que os la han colao, y tal. Vamos, que hubo juerga a costa de los literatos.
Alfredo me contó que le llamaron a casa ese verano, que fuera al instituto. Le preguntaron y reconoció el plagio.
Los gurús de las letras, abochornados e indignados a partes iguales decidieron no darle publicidad (más). Supongo que, sobre todo, por ellos, por no tener que reconocer que se habían la había metido doblada. Total, nadie se leía la revista y sólo alguien muy friki reconocería el relato. Eso sí, cometieron lo que, en mi opinión, fue un acto de injusticia mayúscula: obligaron a Alfredo a devolver el premio.

Cuando me contó esto, Alfredo andaba agobiado porque había dicho que se había llevado la claculadora al pueblo y que la devolvería al inicio del curso y ya se la habían pedido. Lo malo era que las 15.000 pelas que le habían dado por ella se las había fundido ese verano y una nueva costaba casi el doble y, con 16 años, de dónde sacabas ese dinero porque, por supuesto, nadie más sabía nada.
Al final, consiguió la pasta, compró la calculadora y la devolvió. Tremenda injusticia, ya digo.
Hasta hoy no me había vuelto a acordar de esa historia. Hasta que he leido en varios blogs homenajes o recordatorios más o menos explícitos de Lovecraft.
Por cierto, todavía tengo el libro del tulú, por si alguien lo quiere. También ofrezco un juego de varios dados de rol de diversas caras y algunas figuras de elfos y enanos de plomo con su peana y todo.


9 comentarios:

Lola Steiner dijo...

YO JUGUÉ AL JUEGO DEL TULÚ!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
qué feliz soy! Lo había olvidado, y gracias a mi doctor, esos recuerdos han vuelto a mí. Todo lo que pueden volver, pues están teñidos de cierto vaho etílico, pero recuerdo la casa donde se reunía la pandi más freak del insti a jugar al rol, y la mesa con los mapas, y lo bueno que estaba el que era mi ligue en aquella época y que pertenecía a esa extraña hermanadad y en ella me introdujo...
Jo, doctor, qué feliz me ha hecho usté.
Y algún libro me tragué, recuerdo. Por darle gusto a mi ligue, claro.

Anónimo dijo...

¿Q-QUÉ?

Ni se le ocurra venderlo insensato!!! Tiene aún la edición de JOC Internacional? Eso es un incunable!!!!

Caballero, me llevé ocho años sin arbitrar Chulu (en mi casa se llama así) y cuando un grupo de novatas y novatos de 25 años me dijeron "Alber, ¿nos enseñas a jugar a Rol?"... ocho años después arbitré la simplísima "Casa Corbitt" y fue genial... genial, la mejor partida que he arbitrado jamás... pasaron miedo, ¿comprende? ¡Miedo!

Guárdelo, Doctor, no lo regale o venda, hágame caso... es de las pocas máquinas del tiempo que quedan...

Anónimo dijo...

Oh, me olvidaba. Injusticia infinita. Hay que ser como los policías simpáticos burlados por el ladrón bueno: reírse al final de la película cuando comprenden el engaño. Pero un académico de instituto y/o facultad jamás lo aceptará tan elegantemente.

(Una última cosa: deje de tener el mismo pasado que yo que empieza a asustarme...)

Dr. Malcolm dijo...

lol: sí que debía estar buenorro sí, para que jugaras al rol y te leyeras esos libros...

fans: sí señor, de joc internacional, un icnunable. Y también el del rune quest y del traveller. y sí que se pasaba miedo sí.
(no se preocupe, intentaré tener un pasado distinto al suyo la próxima vez)

Anónimo dijo...

¡Yo tuve que leerme cuentos suyos para hacerle trabajos de literatura a Abenauara!

Veva dijo...

Yo fui una autentica admiradora de Lovecraft! me lo he leído todo! Todavía pienso que hay seres bajo la superficie y libros secretos....y todo.

Eso si, nada me gustaría más que alguien colase un plagio así en la revista de mi insti...lo que me iba a reir de las estiradas del equipo de normalización lingüística!

Pierre Nodoyuna dijo...

Pues qué quiere que le diga, doctor, que tanto mérito tiene saberse al dedillo las obras de Lovecraft como apreciar un buen relato pensando erróneamente que procede de un imberbe estudiante aturullado por las hormonas... ¿cuánta gente hemos visto mirar la etiqueta del vino antes de decir si está bueno?

Anónimo dijo...

Hola! me ha encantado tu blog. Entré por casualidad buscando cómo se decía "hule" en inglés, y me encontré con tu maravilloso post del hule!

Este post también me ha gustado mucho, me gusta Lovecraft desde que lo leí por primera vez con 13 años. ¡¡No te deshagas de tu libro ni tus figuritas!!

En mi colegio pasó algo parecido a lo de tu amigo, hicieron un concurso de christmas navideños y el primer premio era una imitación de un cuadro de Giacomo Balla, pero los profesores no se dieron cuenta, (desde luego cuanto más alardean menos idea tienen...) yo no dije nada, y eso que fui el segundo premio y podría haberme ganado un dinero!

Te seguiré leyendo. Saludos!

Dr. Malcolm dijo...

de nada chiclemutante, sea ud bienvenido/a a la consulta y gracias por las alabanzas