martes, 29 de enero de 2008

1998

Fiel a mi cita trimestral, reabro por un rato la consulta para contarles algo.

Alberto me preguntó hace unos días qué hacía, dónde estaba yo en 1998. Como él dice, 1998 es un estado de ánimo (hace una década, que se dice pronto) por lo que no me responsabilizo de si bailo alguna fecha, lugar, persona o suceso, no necesariamente reales, de los que ahora les cuento (ya te digo Alberto que no, que por entonces aún no me había ido a vivir a Sevilla).

Pero antes de empezar, una aclaración más. Para mí, como para mucha más gente supongo, 1998 quiere decir dos cosas. No es sólo el periodo transcurrido entre el 1 de enero y el 31 de diciembre de ese año sino también, y yo diría que sobre todo, el periodo que va desde el 1 de septiembre de 1998 hasta el 1 de julio de 1999. Ya ven, hay un 1998 en mi cabeza que ocupa más tiempo (y espacio?) de 1999. Qué cosas. Consecuencias de aquellos planes de estudio y políticas educativas que ahora está tan de moda odiar o añorar a partes iguales, según, dicen, se sea de derechas o de izquierdas, respectivamente o no. En todo caso, esto es lo que, de ambos, merece ser recordado aquí.

A lo que iba:

Para mí 1998 fue un año que empezó mal, con el cambio de compañero de habitación en la residencia en la que estudiaba. El que tenía tuvo la desagradable idea de acabar la carrera e irse y, en su lugar, vino un tipo extraño, que decía no saber cocinar pero la primera vez que le ví hacerlo estaba preparando paella; un tipo que se fue una semana cualquiera de marzo a Nueva York a ver a su novia de 17 años “porque a ella no le dejan viajar todavía sola por ser menor” sin decir nada en su casa, lo que descubrí cuando un día, mientras él estaba fuera, llamó su hermano y ante mi respuesta de “no está. Se ha ido de viaje a NY una semana”, el tipo dijo “Imposible”. Sólo pude añadir “bueno, al menos es lo que me dijo a mí”. Volvió al cabo de una semana con fotos de NY sí, pero en todas salía él o nadie. Pero ninguna chica, ni de 17 ni de más ni de menos.
Fue un año en que en 3 días de febrero decidí por mil razones que no explicaré, pedir una beca erasmus para el año siguiente, irme de la residencia, no irme de erasmus y otras cosas que no vienen a cuento.

El verano ni lo recuerdo (que me perdonen si hay aludidos), y después el inicio de 1998, del otro, el académico, me pilló en un piso compartido con 3 joyas (lo que había, dadas las circunstancias) lo suficientemente lejos de la universidad para no ir más que a la beca que tenía para pagarme uno o dos viajes a Bolonia para ir a ver a quien sí había decidido irse. Porque, Alberto, para mí 1998 es el año en que empecé a odiar, aunque sólo un poquito, Bolonia. De todas formas, es algo que se cura con el tiempo.

Un piso en el que no había orden ni limpieza; había poca disciplina y menos muebles; partidas de siete y media interminables a 25 pelas la apuesta y embutidos extremeños; no pocas drogas (en variedad y cantidad) aunque nada de lo que preocuparse (esto es para mis padres, no se vayan a pensar cosas raras) y alguna que otra fiesta. No estuvo nada mal vivir allí después de todo. 1998 se llevó el kadett blanco, al que una grúa esperó a la salida del garaje de aquella casa para llevarle al desguace después de que se fundiera la junta de la trócola, la culata y no sé cuántas piezas más.
el último 1998, el que terminó en junio de 1999 me dejó el primer suspenso, una fianza sin devolver por parte de aquel casero hijodeputa que nos pilló de novatos (aunque les digo que las 25.000 pesetas de al época que no me devolvió no le dan para reparar alguno de los desperfectos que, antes de saber que no nos las devolvería, le hicimos a aquella casa) y otra mudanza en busca de otro piso con otros compañeros.

Afortunadamente de todo eso hace ya 10 años (o 9, según se mire, que para mí todavía estoy en 2007. Al menos en parte).

Como dijo el otro: se abre la veda por si alguno quiere recordar. Pueden hacerlo aquí o en sus respectivas casas.
Buenos días y hasta el mes que viene. O no.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Quiero creer que, en parte, estás dejando de odiar Bologna gracias a mí. Yo era lector silencioso hasta que un post tuyo llamado "Unibo.it" me llamó directamente. Y de ahí a unas coquinas no medió tanto tiempo...

Gracias doctor. Seguimos la conversación.

Fidelio dijo...

¿cuál es tu teoría sobre el viaje a New York de tu compañero de piso? Me intriga.

Me parece fatal que no te acuerdes de nuestro verano del 98. Fue como el de Jennifer O'Neill, pero de todo a cien .... only joking.

Yo por mi parte, siempre quise tener un Kadett. En el 98 llevaba un Rover 620 de esos de socialdemócrata cuarentón, que compré a mi jefe al renovarse la flota de empresa. Lo necesitaba (un coche grande), porque Nacho tenía 1 año y medio y Lucía estaba de camino (nació en 19 de abril, día de Venezuela).

Ese verano lo pasamos en Caños de Meca, entre biberones y Barbadillo. Yo no odio Bolonia (en este caso me refiero a la playa de Bolonia).

Es curioso, nunca había hecho un ejercicio de recordar qué pasó tal año. Solo he sido capaz de acordarme de eso. ¡Pues vaya!

Anónimo dijo...

Yo en 1998 tenía 20 años, me fui a Bolonia de Erasmus dejando a mi querido doctor en Madrid (en un piso de politoxicómanos), cumplí los 21, me lo pasé muy bien (pero que muy bien) y regresé a continuar con mi vida anterior, lo cual fue bastante complicado, por extraño que parezca.

Me ha costado casi diez años convencer al doctor de que Bolonia no es una ciudad para odiar, por fin creo que -con la ayuda de Alberto, gracias!- lo he conseguido.

Dottoressa

Lola Steiner dijo...

Hola Dottoressa! Cuanto tiempo!
Claro, el que lleva el jodío Doctor sin actualizar, por otro lado.

Nada, nada, que en el 98 yo estaba también acabando la carrera, igual semos del mismo año. Al igual me animo y lo pongo también por escrito. Fue el año en el que empecé a escalar, no es mal año.

Por cierto, os recomiendo un libro buenisimo, que se llama El Reencuentro de un tal Ulhman...

Pierre Nodoyuna dijo...

Coño, el de Abba escrible libros!!!!

O es un mueble de ikea?

Yo en 1998 empecé a currar, y me arrepiento profundamente aunque me llegase el dinero para ir a bolonia, también (aunque creo que fue en 1999). Y también tuve movida con una casera chunga, aunque conseguí que no me tangase y, de hecho, le dejé aquella casa infame llena de muebles recogidos de la basura

Anónimo dijo...

Yo también odio Bolonia, pero el Bolonia del plan de estudios Europeo que firmaron allí.... y es que se terminó trabajar y estudiar al mismo tiempo !!!

En 1998 me hicieron fijo en el curro, me fui a vivir con mi novia y supe que iba a ser papá. Año realmente intenso.

Por cierto, era el segundo año de carrera, con algunas asignaturas de primero y todo segundo y tercero pendiente.... carrera que, si todo va bien, terminaré este año, yupiiiieeeee !!!!

Anónimo dijo...

Dr. Malcolm, el verano del 98 lo pasó usted en Bélgica con su familia de intercambio de casa, o no lo recuerda? pues también da para una entrada esto...

Anónimo dijo...

Yo es que lo mezclo todo; el 1998 con el 1999 y hasta con el 2004. Si no me equivoco el 1998 fue el año que le pagué una cena con merluza a mi compañero de residencia para que se ligara a una "eslovaca". ¿Fue también el de las puertas Matrix?

Anónimo dijo...

¡Qué bien, el doctor actualizó!

En 1998 llegué a Getafe y me llevé un susto así en general y otro con la resi en particular. ¡Qué jóvena era!

Besos,

Anónimo dijo...

Menos mal que karina me sitúa, porque yo últimamente me hago entender y entiendo el mundo gracias a su mediación. En 1998 conocí a Jone que no es poco.

Sobre Bolonia, no dudo que sea una ciudad bellísima, pero agradezco mucho que fuesen dos las becas a Lisboa concedidas por el Programa Erasmus tres años después.

Saludos varios

Juan dijo...

prueba

Fidelio dijo...

Cambio de trimestreeeeeeeeee, toca actualizaaaaaar. Eooooooo.

¡¡ todos a coro !! Doc, capullo, queremos un post tuyo....