Alter ego
Buenas tardes, ¿hay alguien?... veo que no. Aprovecho que el Dr. parece que ha dejado esto un poco abandonado para colarme por aqui y contarles algunas cosas.
Lo primero presentarme: No soy el Dr. Malcolm aunque yo soy el Dr. Malcolm. Eso sí, no se me confundan, el Dr. Malcolm no soy yo. Vaya lío, ¿no? Me explico.
Resulta que el Dr. Malcolm es un tipo que se parece mucho a mí (aunque alguien me llamó echanove el otro día), trabaja en el mismo sitio que yo (dejaré que él les cuente lo de las novedades laborales, que sé que están esperando). Incluso le gustan las mismas cosas que a mí. Le pasan historias parecidas a las mías aunque las suyas son más divertidas, más adornadas, podríamos decir. Sin embargo, somos distintos. Él (dice que) es Doctor. Yo ni lo digo ni lo soy. Tampoco me llamo malcolm (ni ganas, la verdad).
También nos distinguimos en nuestras amistades. Tengo unos cuantos amigos que no saben que Malcolm existe. Son amigos off-line. Tampoco muchos. Algunos ignoran dónde está la consulta por la simple razón de que no les he hablado nunca de ella. Se puede decir que no ha surgido la ocasión. Son amigos poco amigos de la web. Sí, el google, el yahoo mail, el messenger y poco más (o no. A lo mejor alguno también tiene su propio dr. malcolm y no me ha hablado de él. Puede ser). Además son amigos para los que debo ser como el Guadiana. Me ven de pascuas a ramos, aparezco de repente, prometo llamarles, hablar con ellos, pero luego paso meses sin dar señales de vida. Son amigos lejanos (en tiempo y espacio). Aunque alguno estuvo cerca alguna vez, ahora varias blogsferas nos separan. Sé que no está bien y que debo cambiar. De hecho, el Doctor me está ayudando.
Hasta hace bien poco, mi padre (que no es mi amigo, no se vayan a pensar que yo soy uno de esos modernos) desconocía la existencia de la consulta. No por ocultación. Tal vez por pudor. No sé. Ahora ya lo hace aunque no sé si me lee. El sitiómetro no arroja luz sobre eso. Mi madre, sin embargo, desconoce a mi alter ego. Creo que debería presentárselo. Le caería bien. Tal vez lo haga un día de estos.
Algunos de mis amigos conocen a Malcolm, vienen por aquí le (nos) dejan comentarios, me piden (a mí) que él escriba sobre esto o sobre aquello (como si yo pudiera hacer algo). Estos amigos son cercanos, muy cercanos, son mis amigos (por favor, absténganse de tararear a Amaral), no de Malcolm.
Pero lo más sorprendente en esta web social, 2.0 la llaman, son los amigos de Malcolm. El tío se las ha apañado para crear una parroquia fiel, que viene, pasa, comenta, apunta ideas, enlaza sus entradas, incluso algunos tienen en sus blogs enlaces hacia aquí (lo cual, aunque el Dr. no se lo diga, le llena de orgullo y emoción. A mí también). Esos son sus amigos (yo los considero también un poco míos, si me permiten el atrevimiento). Es algo que les agradezco, que hagan caso a ese aprendiz de doctor de nombre absurdo que regenta un sitio tan extraño llamado majaderos (¿a quién se le ocurriría ese nombre, por dios?).
Todo esto viene a cuento porque este fin de semana, beatriz (ella suele firmar así sus comentarios, y tiene un parecido más que razonable con otra que firma como dottoressa) y un servidor hemos estado visitando a unos amigos de esos que no conocen a malcolm. Y eso que sí saben que existe. Yo mismo se lo dije. Incluso llegaron a pasar por aquí, pero, según me confesaron, no lo entendieron mucho. Creo que ellos siguen prefiriendo al lucas de carne y hueso. Ese que desaparece prometiendo llamar y organizar viajes a, por ejemplo, almagro y luego no cumple su promesa. Está bien eso de que te recuerden por cómo eres. Sobre todo ahora que más veces de las que me gustaría me sorprendo a mí mismo en esa vida off-line, pensando como el Dr. malcolm, haciendo fotos a todo lo que huela a entrada o pensando textos más o menos ingeniosos sobre las cosas que me gustaría que me pasasen.
Bueno, que les dejo que oigo a malcolm enredar por ahí y no quiero que me pille aquí sentado. Seguramente él les contará todo eso de que ha cambiado de trabajo. Un último secreto: yo también he cambiado. Casualmente al mismo del doctor, pero no se lo digan a nadie.
Lo primero presentarme: No soy el Dr. Malcolm aunque yo soy el Dr. Malcolm. Eso sí, no se me confundan, el Dr. Malcolm no soy yo. Vaya lío, ¿no? Me explico.
Resulta que el Dr. Malcolm es un tipo que se parece mucho a mí (aunque alguien me llamó echanove el otro día), trabaja en el mismo sitio que yo (dejaré que él les cuente lo de las novedades laborales, que sé que están esperando). Incluso le gustan las mismas cosas que a mí. Le pasan historias parecidas a las mías aunque las suyas son más divertidas, más adornadas, podríamos decir. Sin embargo, somos distintos. Él (dice que) es Doctor. Yo ni lo digo ni lo soy. Tampoco me llamo malcolm (ni ganas, la verdad).
También nos distinguimos en nuestras amistades. Tengo unos cuantos amigos que no saben que Malcolm existe. Son amigos off-line. Tampoco muchos. Algunos ignoran dónde está la consulta por la simple razón de que no les he hablado nunca de ella. Se puede decir que no ha surgido la ocasión. Son amigos poco amigos de la web. Sí, el google, el yahoo mail, el messenger y poco más (o no. A lo mejor alguno también tiene su propio dr. malcolm y no me ha hablado de él. Puede ser). Además son amigos para los que debo ser como el Guadiana. Me ven de pascuas a ramos, aparezco de repente, prometo llamarles, hablar con ellos, pero luego paso meses sin dar señales de vida. Son amigos lejanos (en tiempo y espacio). Aunque alguno estuvo cerca alguna vez, ahora varias blogsferas nos separan. Sé que no está bien y que debo cambiar. De hecho, el Doctor me está ayudando.
Hasta hace bien poco, mi padre (que no es mi amigo, no se vayan a pensar que yo soy uno de esos modernos) desconocía la existencia de la consulta. No por ocultación. Tal vez por pudor. No sé. Ahora ya lo hace aunque no sé si me lee. El sitiómetro no arroja luz sobre eso. Mi madre, sin embargo, desconoce a mi alter ego. Creo que debería presentárselo. Le caería bien. Tal vez lo haga un día de estos.
Algunos de mis amigos conocen a Malcolm, vienen por aquí le (nos) dejan comentarios, me piden (a mí) que él escriba sobre esto o sobre aquello (como si yo pudiera hacer algo). Estos amigos son cercanos, muy cercanos, son mis amigos (por favor, absténganse de tararear a Amaral), no de Malcolm.
Pero lo más sorprendente en esta web social, 2.0 la llaman, son los amigos de Malcolm. El tío se las ha apañado para crear una parroquia fiel, que viene, pasa, comenta, apunta ideas, enlaza sus entradas, incluso algunos tienen en sus blogs enlaces hacia aquí (lo cual, aunque el Dr. no se lo diga, le llena de orgullo y emoción. A mí también). Esos son sus amigos (yo los considero también un poco míos, si me permiten el atrevimiento). Es algo que les agradezco, que hagan caso a ese aprendiz de doctor de nombre absurdo que regenta un sitio tan extraño llamado majaderos (¿a quién se le ocurriría ese nombre, por dios?).
Todo esto viene a cuento porque este fin de semana, beatriz (ella suele firmar así sus comentarios, y tiene un parecido más que razonable con otra que firma como dottoressa) y un servidor hemos estado visitando a unos amigos de esos que no conocen a malcolm. Y eso que sí saben que existe. Yo mismo se lo dije. Incluso llegaron a pasar por aquí, pero, según me confesaron, no lo entendieron mucho. Creo que ellos siguen prefiriendo al lucas de carne y hueso. Ese que desaparece prometiendo llamar y organizar viajes a, por ejemplo, almagro y luego no cumple su promesa. Está bien eso de que te recuerden por cómo eres. Sobre todo ahora que más veces de las que me gustaría me sorprendo a mí mismo en esa vida off-line, pensando como el Dr. malcolm, haciendo fotos a todo lo que huela a entrada o pensando textos más o menos ingeniosos sobre las cosas que me gustaría que me pasasen.
Bueno, que les dejo que oigo a malcolm enredar por ahí y no quiero que me pille aquí sentado. Seguramente él les contará todo eso de que ha cambiado de trabajo. Un último secreto: yo también he cambiado. Casualmente al mismo del doctor, pero no se lo digan a nadie.
3 comentarios:
Oiga, no se lo diga al Dr., pero he estado echándole de menos estos días...
Alter Ego dijo: "Sobre todo ahora que más veces de las que me gustaría me sorprendo a mí mismo en esa vida off-line, pensando como el Dr. malcolm, haciendo fotos a todo lo que huela a entrada o pensando textos más o menos ingeniosos."
Querido Alter Ego, la otra cara de la frívola Colette se siente muy identificada con esto. Y con la existencia de algunos amigos que desconocen mi jardín por pudor o, simplemente, porque no me apetece (de mis padres ni le cuento, que no se me ocurre ni mencionarselo).
Por cierto eso de la vida off-line me ha gustado. A Lol. V Steiner la he tomado yo de la vida off-line y ahora estamos en en off-on alternativamente. Es criosa la red...
Un misterio cómo se establece esto de las ficticias amistades entre personajes ficticios. Aunque detrás de los personajes ficticios, estamos personas de verdad (¿o gatos? ya no sé)
En mi caso, el link con la página del Doctor me pareció algo de lo más natural. Pero por un motivo: porque el universo de su consulta se parece demasiado... ¡a mi universo real!
Que lío. Ea.
PD: Lo más preocupante es ser más fiel al blog, que a la vida off-line. ¿Tanto nos necesitamos a nosotros mismos?
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